30.12.12

Quédate


El calor intenso de la noche los envolvía con tal furor que la sensación se asemejaba al mismo infierno. Estaba sentada frente al pequeño tocador de algarrobo, mirándose al espejo, concentrada, con la vista pegada a él cómo si su vida dependiera de aquello. Unas manos masculinas se posaron en sus pequeños hombros y un beso juguetón fue a depositarse justo en su cuello. Por un momento lo miró asustada, sin embargo esbozó una sonrisita que demostraba que aprobaba aquel acto. Volvió hacia el mismo mirándolo vacíamente, para luego terminar llevando su mirada al suelo; suspiró con un aire de angustia y dijo:
—No quiero ir.
Él rió por lo bajo ante el comentario, se puso a su altura y delicadamente corrió unos mechones de su cabello para ver ese hermoso rostro en todo su esplendor.
—¿Por qué? —preguntó sonriente—. Va a ser divertido, todos van a estar allí, es la fiesta de despedida, además es nuestra última noche juntos, quiero aprovecharla lo más que pueda.
—No tiene que ser la última —dijo tomando de sus manos y acariciándolas. En sus ojos un destello esperanzador.—, puedes quedarte aquí, conmigo.
Una sonrisa se proyectó en sus labios, su sinceridad nunca dejaba de sorprenderlo. La iba a extrañar tanto, y eso lo mataba. Él, minuto a minuto luchaba con ella y con las ganas desesperantes de saber que la tenía que dejar, para que temprano en la mañana sin poder de elección—, irse en un barco junto con un montón de hombres a combatir por su país. Se mostraba sereno y sonriente pero solo era una pantalla que el ponía para protegerla. Dentro suyo se sentía fallecer. No sabía como iba a subsistir tanto tiempo sin todas esas cosas a las que tras 2 años de convivencia se había acostumbrado, despertar con su cara en la mañana, oír sus gritos sin sentido, sus carcajadas que lo asustaban sin embargo eran tan contagiosas que podían lograr que llorara de la risa sin ningún motivo en particular. Al pensar la idea de saber si siquiera la volvería a ver, un frío recorrió su espina. Trató de juntar la fuerza, de donde ya no quedaba, para poder regresarle la mirada. La imagen superaba todos los límites de ternura, su pelo castaño oscuro estaba ligeramente despeinado, las lágrimas inundaban sus ojos de tal manera que no se podía apreciar el bello color avellana de aquellos y sus mejillas estaban teñidas sutilmente de un color carmesí. Sin pensar más, la tomó en brazos, dirigiéndola a la cama, la apoyó delicadamente como si se fuera a romper y se recostó justo a su lado, seguido de depositar un corto beso en sus labios. Ella lo miró confundida ante la acción y con la mirada exigía una respuesta. El rió melodiosamente y acarició su rostro.
¿Acaso no querías que me quede aquí contigo? Preguntó, saboreando esos pequeños labios nuevamente, como si toda su vida hubiera esperado por ello.

Fin.

All that bullshit's for the birds, you ain't nothing but a vulture
Always hoping for the worst, waiting for me to fuck up.